Ciertamente, la cultura laboral sigue cambiando; la oficina también. Cuestionada desde el inicio de la crisis sanitaria, interpelada en su (re)surgimiento y desatendida durante el auge del teletrabajo, la oficina aún no ha declarado sus últimas palabras. Y es que según el último estudio publicado por LinkedIn, las ofertas de trabajo de teletrabajo se reducen drásticamente a finales de año.
Sin embargo, las empresas deben tener claro que poco ganan volviendo “al mundo de antes”. La hibridez, compuesta por trabajo presencial y remoto, ha demostrado su eficacia en numerosas organizaciones, donde se ha convertido en base fundamental de bienestar y fidelización del talento. De ahí que el espacio de trabajo también deba adaptarse para cumplir mejor con los valores de los trabajadores y trabajadoras.
Pensar diferente sobre el espacio de trabajo
El pensamiento excesivamente binario mata la cultura del empleo. Trabajar de 09h a 18h en una oficina acarrea consigo muchas desventajas; pero las jornadas laborales concebidas con un 100% de teletrabajo están lejos de ser la única solución pudiendo causar problemas de organización, comunicación y motivación. Una organización verdaderamente flexible es la que permite combinar lo mejor de ambos mundos: la autonomía y la comodidad del hogar, y siempre teniendo la oportunidad de entablar relaciones con colegas y colaborar con ellos.
Por eso, el regreso parcial a la oficina permite llegar a un punto de equilibrio que satisface tanto a trabajadores como a empresas y directivos. Esto es clave para un trabajo efectivo y placentero. Y esto indica que las soluciones más valiosas serán esas que reúnan a los equipos fomentando la sociabilidad y las colaboraciones.
Mantener la sociabilidad entre compañeros: la prioridad actual de los líderes
Dicho esto, definir el número de oficinas y espacios necesarios de acuerdo con l planificación híbrida de colaboradores sigue siendo una tarea compleja. Para hacerse una idea de la ocupación real de los espacios, las empresas piden a los trabajadores que reserven antes de acudir: su plaza de aparcamiento, oficina, taquilla o incluso el almuerzo.
Aunque es necesario para cuestiones organizativas sencillas, puede volverse rápidamente restrictivo y conllevar mucho tiempo. Se trata de equilibrio y de poner las herramientas adecuadas para que el proceso sea divertido.
Optimizar el espacio de trabajo y sus costos mientras se fomenta la sociabilidad entre colegas es ahora la prioridad actual para líderes, managers y el departamento de RRHH.
Aquí es donde la experiencia laboral que se ofrece en el lugar de trabajo entra en juego volviéndose incluso clave para la cultura empresarial. Para seguir motivando a lo colaboradores a ir a la oficina, las empresas deben realizar una reflexión para que los equipos deseen volver. ¿Cómo? Ofreciéndoles experiencias y servicios.
La oficina debe transformarse en un espacio de vida real por derecho propio, centrado en las necesidades de sus usuarios y haciéndose eco de la cultura corporativa. Así, la oficina se instaura como una palanca efectiva para atraer y fidelizar talento, convirtiéndose, al mismo tiempo, en una herramienta al servicio de la creación de valor, basada en la inteligencia colectiva y en un vector de bienestar para los trabajadores.
No más agotamiento (burn out) tecnológico
La repentina popularidad de las herramientas digitales en los negocios desde el comienzo de la pandemia ha demostrado el papel que juega la innovación en la modernización de la forma en que trabajamos. Hoy, el gran reto tecnológico de las empresas es ayudar a los equipos a colaborar mejor y mejorar su experiencia laboral. Pero, no es necesario abusar de ellas.
Reservar una sala de reuniones o una oficina, acceder al edificio, informar de un problema técnico… Y es que cada tarea ahora tiene su propia aplicación, lo que puede provocar rápidamente un agotamiento tecnológico. Por lo que es esencial hacer un mejor uso de los recursos digitales en la oficina para enfocarnos exclusivamente en las personas. Lo digital debe hacer que las oficinas sean más atractivas y flexibles, no más complejas.
En definitiva, nos estamos desplazando hacia un futuro profesional más centrado en los trabajadores, en el cual son ellos los que tienen la oportunidad de sobresalir dónde, cuándo y cómo quieran.
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Ciertamente, la cultura laboral sigue cambiando; la oficina también. Cuestionada desde el inicio de la crisis sanitaria, interpelada en su (re)surgimiento y desatendida durante el auge del teletrabajo, la oficina aún no ha declarado sus últimas palabras. Y es que según el último estudio publicado por LinkedIn, las ofertas de trabajo de teletrabajo se reducen drásticamente a finales de año.
Sin embargo, las empresas deben tener claro que poco ganan volviendo “al mundo de antes”. La hibridez, compuesta por trabajo presencial y remoto, ha demostrado su eficacia en numerosas organizaciones, donde se ha convertido en base fundamental de bienestar y fidelización del talento. De ahí que el espacio de trabajo también deba adaptarse para cumplir mejor con los valores de los trabajadores y trabajadoras.
Pensar diferente sobre el espacio de trabajo
El pensamiento excesivamente binario mata la cultura del empleo. Trabajar de 09h a 18h en una oficina acarrea consigo muchas desventajas; pero las jornadas laborales concebidas con un 100% de teletrabajo están lejos de ser la única solución pudiendo causar problemas de organización, comunicación y motivación. Una organización verdaderamente flexible es la que permite combinar lo mejor de ambos mundos: la autonomía y la comodidad del hogar, y siempre teniendo la oportunidad de entablar relaciones con colegas y colaborar con ellos.
Por eso, el regreso parcial a la oficina permite llegar a un punto de equilibrio que satisface tanto a trabajadores como a empresas y directivos. Esto es clave para un trabajo efectivo y placentero. Y esto indica que las soluciones más valiosas serán esas que reúnan a los equipos fomentando la sociabilidad y las colaboraciones.
Mantener la sociabilidad entre compañeros: la prioridad actual de los líderes
Dicho esto, definir el número de oficinas y espacios necesarios de acuerdo con l planificación híbrida de colaboradores sigue siendo una tarea compleja. Para hacerse una idea de la ocupación real de los espacios, las empresas piden a los trabajadores que reserven antes de acudir: su plaza de aparcamiento, oficina, taquilla o incluso el almuerzo.
Aunque es necesario para cuestiones organizativas sencillas, puede volverse rápidamente restrictivo y conllevar mucho tiempo. Se trata de equilibrio y de poner las herramientas adecuadas para que el proceso sea divertido.
Optimizar el espacio de trabajo y sus costos mientras se fomenta la sociabilidad entre colegas es ahora la prioridad actual para líderes, managers y el departamento de RRHH.
Aquí es donde la experiencia laboral que se ofrece en el lugar de trabajo entra en juego volviéndose incluso clave para la cultura empresarial. Para seguir motivando a lo colaboradores a ir a la oficina, las empresas deben realizar una reflexión para que los equipos deseen volver. ¿Cómo? Ofreciéndoles experiencias y servicios.
La oficina debe transformarse en un espacio de vida real por derecho propio, centrado en las necesidades de sus usuarios y haciéndose eco de la cultura corporativa. Así, la oficina se instaura como una palanca efectiva para atraer y fidelizar talento, convirtiéndose, al mismo tiempo, en una herramienta al servicio de la creación de valor, basada en la inteligencia colectiva y en un vector de bienestar para los trabajadores.
No más agotamiento (burn out) tecnológico
La repentina popularidad de las herramientas digitales en los negocios desde el comienzo de la pandemia ha demostrado el papel que juega la innovación en la modernización de la forma en que trabajamos. Hoy, el gran reto tecnológico de las empresas es ayudar a los equipos a colaborar mejor y mejorar su experiencia laboral. Pero, no es necesario abusar de ellas.
Reservar una sala de reuniones o una oficina, acceder al edificio, informar de un problema técnico… Y es que cada tarea ahora tiene su propia aplicación, lo que puede provocar rápidamente un agotamiento tecnológico. Por lo que es esencial hacer un mejor uso de los recursos digitales en la oficina para enfocarnos exclusivamente en las personas. Lo digital debe hacer que las oficinas sean más atractivas y flexibles, no más complejas.
En definitiva, nos estamos desplazando hacia un futuro profesional más centrado en los trabajadores, en el cual son ellos los que tienen la oportunidad de sobresalir dónde, cuándo y cómo quieran.