Published On: noviembre 3rd, 2022Categorías: Blog

Por Mariano Zúñiga Roger, director de Comunicación, Marketing y Negocio Digital en Up Spain.- En el año 2016, el fundador del Fondo Monetario Mundial, Klaus Schwab, presentaba un libro que ya es un clásico en el análisis de la transformación económica, tecnológica y social del mundo de hoy. Su nombre, La cuarta revolución industrial, bautizaba al periodo económico en el que nos encontramos. Porque nadie duda ya que hoy vivimos en una nueva revolución industrial o, como también ha sido denominado, en el tiempo de la Industria 4.0.

Desde una perspectiva histórica, sorprende la velocidad en que la época contemporánea ha hecho progresar las revoluciones tecnológicas. Basta echar un vistazo a los libros de Historia para comprobarlo. Es en las últimas décadas del siglo XVIII cuando se data aquella Primera Revolución Industrial que cambió los procesos económicos y sociales del mundo y que todos estudiamos en el colegio. Fue el enorme avance que supuso el desarrollo de la máquina de vapor y su aplicación a la producción lo que generó las transformaciones que dominaron esta época.

Alrededor de un siglo hubo de pasar para llegar a la Segunda Revolución Industrial, dominada por la introducción de la electricidad de manera masiva y la posterior invención de la cadena de montaje, que generó una nueva transformación en la raíz de las relaciones laborales y económicas. Y un poco menos de 100 años se cuentan desde entonces para alcanzar la Tercera Revolución Industrial, que protagoniza el inicio del desarrollo de la informática y la capacidad de programar las máquinas gracias a los nuevos avances a principios de los años 70 del siglo XX.

En esta ocasión, no han pasado ni siquiera 50 años para llegar a una Cuarta Revolución Industrial que ya está cambiando nuestro mundo, que ha venido a modificar los empleos, la economía y todo lo asociado con ella.

¿Qué es la Cuarta Revolución Industrial?

El mismo Schwab que bautizó esta nueva época en la que estamos inmersos la calificó como la segunda era de la máquina. Si la primera fue, como veíamos, la de la Tercera Revolución Industrial, en esta lo fundamental es la interacción entre todas las tecnologías. Esta facilita -y se trata de un factor clave- la automatización.

La tecnología está ya plenamente implantada en las sociedades y progresivamente irá haciéndolo también en los mismos seres humanos. Cuántas veces hemos oído que el smartphone ya es una extremidad más de nuestro cuerpo. Si lo perdemos, si nos lo dejamos en casa, la mente siente una especie de amputación. Y es que el teléfono móvil es esencial hoy para interactuar con nuestro entorno, para comprar un viaje, para leer el periódico, para pagar el supermercado, para realizar una transacción bancaria. Y esto es solo el principio. Porque la tecnología es ya algo intrínseco al comportamiento humano.

La Inteligencia Artificial, el Big Data, la robótica, la realidad virtual y aumentada o la conexión entre dispositivos auguran un nuevo espacio vital que afectará la existencia en todos los aspectos, también en el laboral. Porque la principal novedad es la conexión entre tecnologías que se avienen a transformar el mundo.

La Cuarta Revolución Industrial supone una integración e interacción entre tecnologías que avanzan a una velocidad nunca antes vista. La línea que separa lo físico y lo tecnológico cada vez es más débil. La genética, la industria de alta precisión, la medicina o el mercado laboral son parte de este cambio y demandan una adaptación a él por parte de todas las sociedades.

En cierto modo, el auge de las criptomonedas y el floreciente metaverso son dos de los puntales en el germen de esta Cuarta Revolución Industrial. Nos encontramos ante un momento que puede generar muchas incertidumbres, pero, sobre todo, apunta infinidad de oportunidades, muchas de las cuales ni siquiera imaginamos hoy.

¿Qué retos tendrá que afrontar la industria 4.0?

Decíamos que la nueva revolución tecnológica genera unas oportunidades nunca antes vistas. Las posibilidades de hacer crecer los negocios a partir de datos, inteligencia artificial o robótica son extraordinarias. Pero, al mismo tiempo, se asoman riesgos que han de ser tenidos muy en cuenta y solventados con rigor y celeridad. También la preparación de los profesionales ante la nueva situación se eleva como clave para que negocios tradicionales y nuevos alcancen el éxito esperado.

Estos son algunos de los retos principales que las empresas deben afrontar más pronto que tarde si quieren estar en vanguardia en la Cuarta Revolución Industrial;

  • Ciberseguridad: La ultraconexión de los dispositivos y la circulación de millones de datos han despertado un nuevo tipo de delincuencia cada vez más peligrosa. La inversión en ciberseguridad es un deber estructural en toda compañía que busque lograr un trozo del enorme pastel que ya está generando -y generará- la Cuarta Revolución Industrial.
  • Transformación digital de las PYMEs: España es uno de los países más retrasados de su entorno en la transformación digital de las pequeñas empresas. Las compañías tradicionales distan de haberse preparado para el futuro. Sin conocer los nuevos espacios tecnológicos en los que se mueve el mundo económico, se quedarán fuera de la Cuarta Revolución Industrial. Lamentablemente, esto provocará que muchas de ellas desaparezcan. Es obligación de las administraciones públicas y de los mismos emprendedores acelerar un proceso vital para el crecimiento empresarial español, donde las pequeñas y medianas empresas desempeñan un papel troncal.
  • Formación continua. Para avanzar en la transformación tecnológica es necesario que todos los trabajadores estén familiarizados con términos como machine learning, Big Data o inteligencia artificial. No quiere decir que los profesionales deban ser especialistas en esos campos, pero sí reconocer las novedades básicas en la estructura de sus empresas. Al igual que hoy quien más quien menos sabe lo que son las redes sociales, es necesario que estén familiarizados con conceptos como el metaverso o la realidad aumentada.
  • Desempleo estructural y gestión del talento senior. Muy relacionado con la anterior. España es uno de los países que tiene mayor desempleo estructural de la Unión Europea. Las entidades públicas tienen una oportunidad única para que las nuevas oportunidades de empleo sean cubiertas por personas que han quedado “fuera del mercado” a causa de sus especializaciones. Para ello se necesita una importante inversión en formación en digitalización y, por supuesto, interés y proactividad por las personas que se encuentran en esta situación. La Industria 4.0 también necesita del trabajo de las personas con experiencia, con capacidades que no han desarrollado, por muchos conocimientos técnicos que posean, los que apenas llevan unos años en el mercado laboral. Porque, a veces, las habilidades blandas son más importantes que las técnicas.

La Cuarta Revolución Industrial vive ya en cada uno de nosotros. La vida y los trabajos están en plena transformación y nadie debe quedar fuera de estas oportunidades. El sector público y privado deben remar juntos. El futuro empieza hoy y todos debemos estar preparados para sacar de él el máximo provecho.

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Published On: noviembre 3rd, 2022Categorías: Blog

Por Mariano Zúñiga Roger, director de Comunicación, Marketing y Negocio Digital en Up Spain.- En el año 2016, el fundador del Fondo Monetario Mundial, Klaus Schwab, presentaba un libro que ya es un clásico en el análisis de la transformación económica, tecnológica y social del mundo de hoy. Su nombre, La cuarta revolución industrial, bautizaba al periodo económico en el que nos encontramos. Porque nadie duda ya que hoy vivimos en una nueva revolución industrial o, como también ha sido denominado, en el tiempo de la Industria 4.0.

Desde una perspectiva histórica, sorprende la velocidad en que la época contemporánea ha hecho progresar las revoluciones tecnológicas. Basta echar un vistazo a los libros de Historia para comprobarlo. Es en las últimas décadas del siglo XVIII cuando se data aquella Primera Revolución Industrial que cambió los procesos económicos y sociales del mundo y que todos estudiamos en el colegio. Fue el enorme avance que supuso el desarrollo de la máquina de vapor y su aplicación a la producción lo que generó las transformaciones que dominaron esta época.

Alrededor de un siglo hubo de pasar para llegar a la Segunda Revolución Industrial, dominada por la introducción de la electricidad de manera masiva y la posterior invención de la cadena de montaje, que generó una nueva transformación en la raíz de las relaciones laborales y económicas. Y un poco menos de 100 años se cuentan desde entonces para alcanzar la Tercera Revolución Industrial, que protagoniza el inicio del desarrollo de la informática y la capacidad de programar las máquinas gracias a los nuevos avances a principios de los años 70 del siglo XX.

En esta ocasión, no han pasado ni siquiera 50 años para llegar a una Cuarta Revolución Industrial que ya está cambiando nuestro mundo, que ha venido a modificar los empleos, la economía y todo lo asociado con ella.

¿Qué es la Cuarta Revolución Industrial?

El mismo Schwab que bautizó esta nueva época en la que estamos inmersos la calificó como la segunda era de la máquina. Si la primera fue, como veíamos, la de la Tercera Revolución Industrial, en esta lo fundamental es la interacción entre todas las tecnologías. Esta facilita -y se trata de un factor clave- la automatización.

La tecnología está ya plenamente implantada en las sociedades y progresivamente irá haciéndolo también en los mismos seres humanos. Cuántas veces hemos oído que el smartphone ya es una extremidad más de nuestro cuerpo. Si lo perdemos, si nos lo dejamos en casa, la mente siente una especie de amputación. Y es que el teléfono móvil es esencial hoy para interactuar con nuestro entorno, para comprar un viaje, para leer el periódico, para pagar el supermercado, para realizar una transacción bancaria. Y esto es solo el principio. Porque la tecnología es ya algo intrínseco al comportamiento humano.

La Inteligencia Artificial, el Big Data, la robótica, la realidad virtual y aumentada o la conexión entre dispositivos auguran un nuevo espacio vital que afectará la existencia en todos los aspectos, también en el laboral. Porque la principal novedad es la conexión entre tecnologías que se avienen a transformar el mundo.

La Cuarta Revolución Industrial supone una integración e interacción entre tecnologías que avanzan a una velocidad nunca antes vista. La línea que separa lo físico y lo tecnológico cada vez es más débil. La genética, la industria de alta precisión, la medicina o el mercado laboral son parte de este cambio y demandan una adaptación a él por parte de todas las sociedades.

En cierto modo, el auge de las criptomonedas y el floreciente metaverso son dos de los puntales en el germen de esta Cuarta Revolución Industrial. Nos encontramos ante un momento que puede generar muchas incertidumbres, pero, sobre todo, apunta infinidad de oportunidades, muchas de las cuales ni siquiera imaginamos hoy.

¿Qué retos tendrá que afrontar la industria 4.0?

Decíamos que la nueva revolución tecnológica genera unas oportunidades nunca antes vistas. Las posibilidades de hacer crecer los negocios a partir de datos, inteligencia artificial o robótica son extraordinarias. Pero, al mismo tiempo, se asoman riesgos que han de ser tenidos muy en cuenta y solventados con rigor y celeridad. También la preparación de los profesionales ante la nueva situación se eleva como clave para que negocios tradicionales y nuevos alcancen el éxito esperado.

Estos son algunos de los retos principales que las empresas deben afrontar más pronto que tarde si quieren estar en vanguardia en la Cuarta Revolución Industrial;

  • Ciberseguridad: La ultraconexión de los dispositivos y la circulación de millones de datos han despertado un nuevo tipo de delincuencia cada vez más peligrosa. La inversión en ciberseguridad es un deber estructural en toda compañía que busque lograr un trozo del enorme pastel que ya está generando -y generará- la Cuarta Revolución Industrial.
  • Transformación digital de las PYMEs: España es uno de los países más retrasados de su entorno en la transformación digital de las pequeñas empresas. Las compañías tradicionales distan de haberse preparado para el futuro. Sin conocer los nuevos espacios tecnológicos en los que se mueve el mundo económico, se quedarán fuera de la Cuarta Revolución Industrial. Lamentablemente, esto provocará que muchas de ellas desaparezcan. Es obligación de las administraciones públicas y de los mismos emprendedores acelerar un proceso vital para el crecimiento empresarial español, donde las pequeñas y medianas empresas desempeñan un papel troncal.
  • Formación continua. Para avanzar en la transformación tecnológica es necesario que todos los trabajadores estén familiarizados con términos como machine learning, Big Data o inteligencia artificial. No quiere decir que los profesionales deban ser especialistas en esos campos, pero sí reconocer las novedades básicas en la estructura de sus empresas. Al igual que hoy quien más quien menos sabe lo que son las redes sociales, es necesario que estén familiarizados con conceptos como el metaverso o la realidad aumentada.
  • Desempleo estructural y gestión del talento senior. Muy relacionado con la anterior. España es uno de los países que tiene mayor desempleo estructural de la Unión Europea. Las entidades públicas tienen una oportunidad única para que las nuevas oportunidades de empleo sean cubiertas por personas que han quedado “fuera del mercado” a causa de sus especializaciones. Para ello se necesita una importante inversión en formación en digitalización y, por supuesto, interés y proactividad por las personas que se encuentran en esta situación. La Industria 4.0 también necesita del trabajo de las personas con experiencia, con capacidades que no han desarrollado, por muchos conocimientos técnicos que posean, los que apenas llevan unos años en el mercado laboral. Porque, a veces, las habilidades blandas son más importantes que las técnicas.

La Cuarta Revolución Industrial vive ya en cada uno de nosotros. La vida y los trabajos están en plena transformación y nadie debe quedar fuera de estas oportunidades. El sector público y privado deben remar juntos. El futuro empieza hoy y todos debemos estar preparados para sacar de él el máximo provecho.

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