España se encuentra en pleno debate en lo que refiere al proyecto piloto que pretende lanzar el Gobierno para probar la semana laboral de cuatro días en empresas privadas. Así, esta fórmula podría aterrizar en España en los próximos meses, pero alejándose, con matices, del modelo original propuesto por Suecia.
Fue en 1930 cuando John Maynard Keynes predijo en su ensayo «Posibilidades económicas para nuestros nietos» que para el 2030, la jornada laboral estaría limitada a las 15 horas semanales. Sin embargo, las actuales 40 horas de trabajo por semana —e incluso las supuestas 32— distan totalmente de esa consideración planteada por el economista británico. Bien es cierto, que en la época en la que Keynes realizó dicho pronóstico, tanto la situación como los valores en los que se basaba la sociedad, eran muy diferentes a nuestro presente, por lo que es lógico que la disminución de la jornada laboral no se haya dado.
Una cultura de trabajo deteriorada
Y es que la semana laboral de cuatro días es una respuesta a corto plazo, y es, asimismo, la aceptación dolorosa de que la cultura del trabajo está descompuesta.
Hoy en día, son muchas las personas que se ven empleadas en oficinas, iniciando y finalizando su jornada laboral con los check in y los check out correspondientes, y dando espacio, si cabe aún más, al micromanagement.
Pero ¿hasta qué punto es necesario velar por el más mínimo detalle cuando las personas no son realmente el foco principal de la organización? En muchos casos, este tipo de gestiones reduce la autonomía y la flexibilidad que necesitan las personas en sus puestos de trabajo, contradiciéndose a los conceptos tan convenientes asociados al futuro del mismo.
Por otro lado, conviene subrayar que numerosas empresas están dando pasos gigantescos para alcanzar un entorno laboral más próspero. Sin embargo, existe un reto conjunto aún mayor: rehumanizar la forma en la que concebimos el trabajo. Esta es la única solución válida para recomponer la cultura que lo rodea actualmente.
Es necesario, pues, que los líderes inviertan en su capital humano, comprendiendo las fortalezas y los miedos de sus trabajadores, ofreciéndoles herramientas para desarrollar todo su potencial, y asimismo, espacios para crecer. En definitiva, se trata de comprender a sus empleados y empleadas como las personas que son.
Hacia una reforma del trabajo saludable
Tanto trabajadores como grandes empresas parecen estar de acuerdo con revisar la semana laboral. No obstante, la solución ganadora a esta cuestión no pasa por una revolución utópica, sino más bien por una reforma saludable que ponga el foco en el trabajador, brindándole autonomía y flexibilidad en torno a sus necesidades.
Porque el problema real no se encuentra directamente relacionado con las horas de trabajo, sino en cómo se aprovechan esas horas y cómo son percibidas por el trabajador.
Una alternativa a considerar y apoyar es la de abordar una semana laboral más relajada y flexible, repartidas, como ha venido sucediendo hasta ahora, en cinco días. Para hacer esto posible las organizaciones deberían otorgar a todos sus empleados y empleadas la oportunidad de construir relaciones sólidas y duraderas entre ellos, lo que resultaría directamente en una experiencia de trabajo saludable, alejándose por completo de esa percepción dolorosa que se atañe al trabajo, contando hasta el último segundo que se le dedica.
Esta solución viene, ciertamente, acompañada de herramientas digitales que dan apoyo a todas las gestiones concernientes ya no únicamente al trabajo como tal, sino a las necesidades reales que guardan las personas empleadas. Desde una simple reserva de escritorio o sala, hasta la posibilidad de saber en tiempo real qué otros trabajadores están presentes en la oficina, e incluso hacer la compra de la semana o reservar tu medio de transporte para volver a casa. Y es de esta manera cómo se logra un entorno laboral conveniente, una comunicación y organización internas más flexibles, y una gestión consciente por parte de las compañías. Y todo ello resultando en la adopción de nuevos hábitos y dinámicas de trabajo sanas y estables.
En definitiva, estamos a tiempo de mejorar la salud laboral nacional, pero para ello debemos, primeramente, dar un paso atrás, y entender que son las personas el recurso más valioso que posee una empresa. Así que, parémonos a pensar, ya no en cómo hacer que los trabajadores pasen menos horas en el trabajo, sino en cómo hacer posible que pasen más tiempo de calidad en él.
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España se encuentra en pleno debate en lo que refiere al proyecto piloto que pretende lanzar el Gobierno para probar la semana laboral de cuatro días en empresas privadas. Así, esta fórmula podría aterrizar en España en los próximos meses, pero alejándose, con matices, del modelo original propuesto por Suecia.
Fue en 1930 cuando John Maynard Keynes predijo en su ensayo «Posibilidades económicas para nuestros nietos» que para el 2030, la jornada laboral estaría limitada a las 15 horas semanales. Sin embargo, las actuales 40 horas de trabajo por semana —e incluso las supuestas 32— distan totalmente de esa consideración planteada por el economista británico. Bien es cierto, que en la época en la que Keynes realizó dicho pronóstico, tanto la situación como los valores en los que se basaba la sociedad, eran muy diferentes a nuestro presente, por lo que es lógico que la disminución de la jornada laboral no se haya dado.
Una cultura de trabajo deteriorada
Y es que la semana laboral de cuatro días es una respuesta a corto plazo, y es, asimismo, la aceptación dolorosa de que la cultura del trabajo está descompuesta.
Hoy en día, son muchas las personas que se ven empleadas en oficinas, iniciando y finalizando su jornada laboral con los check in y los check out correspondientes, y dando espacio, si cabe aún más, al micromanagement.
Pero ¿hasta qué punto es necesario velar por el más mínimo detalle cuando las personas no son realmente el foco principal de la organización? En muchos casos, este tipo de gestiones reduce la autonomía y la flexibilidad que necesitan las personas en sus puestos de trabajo, contradiciéndose a los conceptos tan convenientes asociados al futuro del mismo.
Por otro lado, conviene subrayar que numerosas empresas están dando pasos gigantescos para alcanzar un entorno laboral más próspero. Sin embargo, existe un reto conjunto aún mayor: rehumanizar la forma en la que concebimos el trabajo. Esta es la única solución válida para recomponer la cultura que lo rodea actualmente.
Es necesario, pues, que los líderes inviertan en su capital humano, comprendiendo las fortalezas y los miedos de sus trabajadores, ofreciéndoles herramientas para desarrollar todo su potencial, y asimismo, espacios para crecer. En definitiva, se trata de comprender a sus empleados y empleadas como las personas que son.
Hacia una reforma del trabajo saludable
Tanto trabajadores como grandes empresas parecen estar de acuerdo con revisar la semana laboral. No obstante, la solución ganadora a esta cuestión no pasa por una revolución utópica, sino más bien por una reforma saludable que ponga el foco en el trabajador, brindándole autonomía y flexibilidad en torno a sus necesidades.
Porque el problema real no se encuentra directamente relacionado con las horas de trabajo, sino en cómo se aprovechan esas horas y cómo son percibidas por el trabajador.
Una alternativa a considerar y apoyar es la de abordar una semana laboral más relajada y flexible, repartidas, como ha venido sucediendo hasta ahora, en cinco días. Para hacer esto posible las organizaciones deberían otorgar a todos sus empleados y empleadas la oportunidad de construir relaciones sólidas y duraderas entre ellos, lo que resultaría directamente en una experiencia de trabajo saludable, alejándose por completo de esa percepción dolorosa que se atañe al trabajo, contando hasta el último segundo que se le dedica.
Esta solución viene, ciertamente, acompañada de herramientas digitales que dan apoyo a todas las gestiones concernientes ya no únicamente al trabajo como tal, sino a las necesidades reales que guardan las personas empleadas. Desde una simple reserva de escritorio o sala, hasta la posibilidad de saber en tiempo real qué otros trabajadores están presentes en la oficina, e incluso hacer la compra de la semana o reservar tu medio de transporte para volver a casa. Y es de esta manera cómo se logra un entorno laboral conveniente, una comunicación y organización internas más flexibles, y una gestión consciente por parte de las compañías. Y todo ello resultando en la adopción de nuevos hábitos y dinámicas de trabajo sanas y estables.
En definitiva, estamos a tiempo de mejorar la salud laboral nacional, pero para ello debemos, primeramente, dar un paso atrás, y entender que son las personas el recurso más valioso que posee una empresa. Así que, parémonos a pensar, ya no en cómo hacer que los trabajadores pasen menos horas en el trabajo, sino en cómo hacer posible que pasen más tiempo de calidad en él.