Cultura adaptativa y liderazgo humano
En las últimas semanas, mirar las noticias, leer los diarios o simplemente abrir las redes sociales ha sido por decir lo menos… abrumador. Vivimos en un mundo donde todo está conectado. Lo que pasa a miles de kilómetros igual nos golpea de alguna manera. Un ejemplo reciente: el terremoto en Rusia que terminó activando alertas de tsunami en Chile y en otros países. Cosas así nos recuerdan que todo está encadenado —la economía, la política, el medioambiente y hasta los fenómenos naturales— y que, al final, esto nos afecta a todos: personas, empresas, comunidades.
En nuestro trabajo lo vemos día a día en nuestras conversaciones con clientes y candidatos. La incertidumbre global, tarde o temprano, se cuela en las organizaciones. Y no solo se trata de desafíos estratégicos o financieros, también hay un impacto emocional importante. Los cambios repentinos generan ansiedad, desgaste, pérdida de confianza. Lo hemos escuchado muchas veces: no es fácil liderar cuando el piso se mueve constantemente.
En este escenario, hay dos cosas que para mí son clave: una cultura adaptativa y un liderazgo humano y consciente, capaces de guiar a las personas con empatía y propósito.
- El impacto humano en tiempos volátiles
La incertidumbre pasa factura. Lo vemos en clientes, en candidatos y también en equipos de liderazgo: la fatiga colectiva se siente, las emociones están a flor de piel.
En muchas conversaciones con ejecutivos se repite algo: la gente no espera certezas absolutas, espera claridad y honestidad. Una comunicación cercana y frecuente puede hacer la diferencia. No se trata de tener todas las respuestas (spoiler: nadie las tiene), sino de dar dirección y transmitir confianza, incluso cuando el camino no está claro.
- 2. Qué es realmente una cultura adaptativa
Nuestra experiencia acompañando a organizaciones nos ha mostrado que las culturas adaptativas son las que mejor sobreviven a la incertidumbre. Son culturas que aprenden rápido, son flexibles y no le tienen miedo a probar cosas nuevas.
Las empresas que tienen este tipo de cultura reaccionan con más agilidad frente a las crisis. Pero además, y esto me parece lo más importante, logran crear un espacio donde las personas se sienten seguras, parte de un propósito y con la confianza para levantarse después de los golpes.
- El liderazgo adaptativo, visto de cerca
Algo que escuchamos mucho es que los modelos de liderazgo de siempre ya no alcanzan. Hoy se necesitan líderes ágiles, empáticos, capaces de ajustar planes y estilos según lo que esté pasando, y que a la vez cuiden su propio bienestar y el de sus equipos.
Un liderazgo adaptativo se nota cuando alguien:
- Sabe cuándo cambiar el rumbo sin miedo a equivocarse.
- Comunica con honestidad, incluso sin tener todas las respuestas.
- Valida lo que sienten sus equipos y da espacio para probar y aprender.
- Mantiene una mirada a largo plazo, pero no descuida el presente ni el bienestar de las personas.
- De reaccionar a anticiparse
Las organizaciones con culturas adaptativas y líderes de este estilo no solo reaccionan mejor a los cambios, también se adelantan. Detectan señales, se preparan para distintos escenarios y pueden pasar de la urgencia a la innovación.
Cuando liderazgo y cultura trabajan juntos, pasa algo lindo: los equipos se sienten seguros para proponer, aportar ideas, crear. Y eso se traduce en creatividad, innovación y crecimiento sostenible… incluso cuando afuera todo es incierto.
- Por qué importa todo esto hoy
La ola de tensiones geopolíticas que estamos viviendo obliga a las empresas a moverse rápido. Pero en esa carrera, no se puede olvidar lo esencial: cuidar a las personas.
La adaptabilidad es una herramienta de supervivencia, sí. Pero también es una ventaja humana. Porque en tiempos de incertidumbre, liderar con empatía y propósito no solo mantiene a flote el negocio, también fortalece la confianza y el compromiso de los equipos. Y al final, ellos son el verdadero motor de cualquier organización.
Autora: Andrea Sepúlveda Villar , Directora ACKERMANN Chile.
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Cultura adaptativa y liderazgo humano
En las últimas semanas, mirar las noticias, leer los diarios o simplemente abrir las redes sociales ha sido por decir lo menos… abrumador. Vivimos en un mundo donde todo está conectado. Lo que pasa a miles de kilómetros igual nos golpea de alguna manera. Un ejemplo reciente: el terremoto en Rusia que terminó activando alertas de tsunami en Chile y en otros países. Cosas así nos recuerdan que todo está encadenado —la economía, la política, el medioambiente y hasta los fenómenos naturales— y que, al final, esto nos afecta a todos: personas, empresas, comunidades.
En nuestro trabajo lo vemos día a día en nuestras conversaciones con clientes y candidatos. La incertidumbre global, tarde o temprano, se cuela en las organizaciones. Y no solo se trata de desafíos estratégicos o financieros, también hay un impacto emocional importante. Los cambios repentinos generan ansiedad, desgaste, pérdida de confianza. Lo hemos escuchado muchas veces: no es fácil liderar cuando el piso se mueve constantemente.
En este escenario, hay dos cosas que para mí son clave: una cultura adaptativa y un liderazgo humano y consciente, capaces de guiar a las personas con empatía y propósito.
- El impacto humano en tiempos volátiles
La incertidumbre pasa factura. Lo vemos en clientes, en candidatos y también en equipos de liderazgo: la fatiga colectiva se siente, las emociones están a flor de piel.
En muchas conversaciones con ejecutivos se repite algo: la gente no espera certezas absolutas, espera claridad y honestidad. Una comunicación cercana y frecuente puede hacer la diferencia. No se trata de tener todas las respuestas (spoiler: nadie las tiene), sino de dar dirección y transmitir confianza, incluso cuando el camino no está claro.
- 2. Qué es realmente una cultura adaptativa
Nuestra experiencia acompañando a organizaciones nos ha mostrado que las culturas adaptativas son las que mejor sobreviven a la incertidumbre. Son culturas que aprenden rápido, son flexibles y no le tienen miedo a probar cosas nuevas.
Las empresas que tienen este tipo de cultura reaccionan con más agilidad frente a las crisis. Pero además, y esto me parece lo más importante, logran crear un espacio donde las personas se sienten seguras, parte de un propósito y con la confianza para levantarse después de los golpes.
- El liderazgo adaptativo, visto de cerca
Algo que escuchamos mucho es que los modelos de liderazgo de siempre ya no alcanzan. Hoy se necesitan líderes ágiles, empáticos, capaces de ajustar planes y estilos según lo que esté pasando, y que a la vez cuiden su propio bienestar y el de sus equipos.
Un liderazgo adaptativo se nota cuando alguien:
- Sabe cuándo cambiar el rumbo sin miedo a equivocarse.
- Comunica con honestidad, incluso sin tener todas las respuestas.
- Valida lo que sienten sus equipos y da espacio para probar y aprender.
- Mantiene una mirada a largo plazo, pero no descuida el presente ni el bienestar de las personas.
- De reaccionar a anticiparse
Las organizaciones con culturas adaptativas y líderes de este estilo no solo reaccionan mejor a los cambios, también se adelantan. Detectan señales, se preparan para distintos escenarios y pueden pasar de la urgencia a la innovación.
Cuando liderazgo y cultura trabajan juntos, pasa algo lindo: los equipos se sienten seguros para proponer, aportar ideas, crear. Y eso se traduce en creatividad, innovación y crecimiento sostenible… incluso cuando afuera todo es incierto.
- Por qué importa todo esto hoy
La ola de tensiones geopolíticas que estamos viviendo obliga a las empresas a moverse rápido. Pero en esa carrera, no se puede olvidar lo esencial: cuidar a las personas.
La adaptabilidad es una herramienta de supervivencia, sí. Pero también es una ventaja humana. Porque en tiempos de incertidumbre, liderar con empatía y propósito no solo mantiene a flote el negocio, también fortalece la confianza y el compromiso de los equipos. Y al final, ellos son el verdadero motor de cualquier organización.
Autora: Andrea Sepúlveda Villar , Directora ACKERMANN Chile.
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