Cuando hablamos de neuroplasticidad, ¿cuál es el primer pensamiento que nos viene a la mente?
¿Por qué hablar del cerebro humano en una era de transformación digital?
Sé que muchos de ustedes ya están muy familiarizados con el término “neuroplasticidad”, pero solo para contextualizar: la neuroplasticidad es uno de los principales factores que impulsa la investigación y la innovación constante, ya que es la capacidad del cerebro para adaptarse. Nuestros neuronas, por ejemplo, pueden formar nuevas conexiones.
En resumen, la neuroplasticidad digital se refiere a cómo el cerebro humano se transforma y evoluciona en la era digital, adaptándose a las nuevas demandas y oportunidades creadas por el uso intensivo de las tecnologías digitales.
Por otro lado, el avance tecnológico se vuelve cada vez más relevante dentro de las organizaciones cuando se habla del futuro del trabajo, especialmente para Recursos Humanos (RR. HH.), ahora que la inteligencia artificial se ha vuelto accesible al público mediante herramientas como ChatGPT. Hoy ya tenemos datos que demuestran que las tecnologías se desarrollan de forma exponencial, mientras que la adaptabilidad humana continúa de manera lineal.
Para ser más específicos sobre la diferencia entre exponencialidad y linealidad, significa que mientras recorremos 30 metros lineales, la tecnología es capaz de dar 25 vueltas alrededor del planeta Tierra.
La disparidad entre la velocidad del desarrollo tecnológico y la rapidez con la cual los profesionales lo siguen, requiere herramientas que permitan al mercado laboral estar equipado para acompañar estas transformaciones.
Las estrategias de aprendizaje (upskilling y reskilling), competencias interpersonales sumadas a las intrapersonales (inteligencia emocional) y el pensamiento crítico enfocado en la resolución de problemas son las habilidades esenciales para el profesional del futuro, especialmente para quienes están en liderazgo. ¿Y cómo prepararse?
Al acercarnos a la realidad organizacional, notamos que existen otros factores que obstaculizan o incluso retrasan la velocidad lineal del desarrollo humano en términos de productividad, como las relaciones interpersonales e incluso nuestras emociones.
Para asegurar la linealidad del crecimiento en productividad, colaboración e innovación con un enfoque en resultados, es necesario utilizar una lupa que permita visibilizar la individualidad de cada colaborador y, a partir de ahí, ayudarlo en la construcción de una mentalidad de crecimiento. Esto los orienta hacia una perspectiva científica, donde la curiosidad y la observación son el punto de partida en las experiencias vividas durante las interacciones y actividades desarrolladas.
Es precisamente en este momento donde la neuroplasticidad puede ser de ayuda, ya que esta función cerebral permite que las nuevas neuronas formen conexiones sinápticas entre sí, fomentando nuevos comportamientos estratégicos que realmente ayudarán a las personas en su autodesarrollo. En otras palabras, la neuroplasticidad se refiere a la flexibilidad del cerebro para adaptarse a lo nuevo y construir nuevos hábitos conductuales.
Nuestra mente está acostumbrada a la repetición, por lo que nuestra forma de responder a las diversas situaciones se ha formado en momentos distintos de nuestras vidas y se ha vuelto automática mediante la repetición. Hacemos cosas sin realmente pensar en lo que estamos haciendo cuando automatizamos procesos de respuesta, ya sea en actividades cotidianas o en momentos de interacción ante algo que nos desagrada. Esto ahorra la energía diaria de nuestro cuerpo, considerando que el cerebro, incluso en sus procesos automáticos, consume un 30 % de la energía corporal.
Además, los automatismos aseguran conexiones sinápticas que generan una sensación de seguridad, ya que para un cerebro no entrenado para ver los cambios y novedades como algo que debe ser explorado y descubierto, todo lo que es nuevo puede resultar desventajoso y ponernos en riesgo. El cerebro tiene una predisposición a evitar lo nuevo, haciéndonos creer que todo lo desconocido es difícil y agotador, lo cual nos puede volver resistentes al cambio. Esta resistencia asocia el cambio a una tarea ardua y complicada.
Sin embargo, cuando encontramos un motivo para cambiar y percibimos un beneficio al aceptar una propuesta de cambio, nace una motivación para la transformación. Esa motivación interna es el combustible necesario que nos impulsa a hacer las cosas de una manera diferente.
Así, para “activar” la flexibilidad del cerebro, se necesita tener una razón, una motivación interna que invite a nuestro cerebro consciente a superar los automatismos que nos desaniman frente a nuevas formas de actuar. Y la capacidad de nuestro cerebro para fomentar la neuroplasticidad se fortalece con la práctica de tomar decisiones conscientes. Por ejemplo, dedicar uno o dos momentos al día para practicar un comportamiento deseado, como centrarse en alguna actividad para la cual no hemos tenido tiempo, abordar a alguien o responder de una forma diferente que incluso permita estrechar una relación.
Nuestro cerebro, esa masa de apenas kilo y medio, es tan inteligente que comienza a reforzar este comportamiento mediante una nueva conexión sináptica a partir del momento en que decidimos practicarlo. Así, el automatismo con el que estábamos acostumbrados, como seguir sin dedicar tiempo a una tarea o no preocuparnos por cómo respondemos a las personas de nuestro entorno, deja de existir naturalmente en aquellas actitudes y comportamientos que ya no practicamos, ayudando a nuestro cerebro a volverse más crítico y orientado hacia un pensamiento racional antes de reaccionar automáticamente ante las situaciones.
En la práctica, si necesito hacer cosas de manera diferente, como dar mejores retroalimentaciones y feedforward a mis colaboradores, debo empezar a construir algo conscientemente, reconociendo la necesidad de aplicar un comportamiento nuevo, pensado estratégicamente. Es esencial despertar una motivación interna, percibir los grandes beneficios de los nuevos resultados a partir de nuevas acciones, ya sea por construir una imagen saludable de la persona que quiero ser o para evitar problemas futuros. Seguido de esto, se deben tener acciones diarias de cambio o ajuste de comportamiento.
Por ejemplo, mejorar la agilidad emocional, es decir, la habilidad de integrar pensamientos y sentimientos con el objetivo de optimizar nuestros resultados mediante comportamientos y acciones productivas, minimizando los impactos que las emociones pueden traer en nuestra toma de decisiones en situaciones de mayor complejidad.
Agilidad emocional = inteligencia emocional + construcción de hábitos conductuales favorables
La neuroplasticidad nos dice que tenemos herramientas para enfrentar todos los cambios que el mundo propone. ¿Y cuáles son esos cambios? Los profesionales quieren volverse relevantes haciendo uso de las tecnologías e integrando, mediante construcciones, nuevos hábitos conductuales. Algunas de las habilidades que el mercado laboral exige para la liderazgo son:
- Conectividad
- Tecnología
- Digitalidad
- Mejora de la inteligencia emocional para comprender los procesos internos de la mente y entender al otro
- Pensamiento crítico, alcanzado mediante la gestión de las emociones
Aquí comparto algunos datos proporcionados por Gartner, que considero interesantes para nuestra reflexión, ya que tres de las cinco principales prioridades de Recursos Humanos en 2024 son:
-
Desarrollo de gerentes y líderes
- El 75 % de los líderes se sienten sobrecargados por el aumento de responsabilidades
- El 73 % de la gerencia no está preparada para liderar el cambio
-
Tecnología de Recursos Humanos
- El 56 % de los líderes de Recursos Humanos confirman que sus soluciones y estrategias tecnológicas de RR. HH. no corresponden a sus necesidades actuales y futuras del negocio, como la transformación digital
-
Gestión del cambio
- El 77 % de los líderes de Recursos Humanos confirman que los colaboradores están cansados
- El 82 % de los líderes de Recursos Humanos mencionan que la gerencia no está preparada para liderar el cambio
Con esta información, vemos que tanto el liderazgo como una gran parte de los profesionales necesitan un apoyo individualizado para estar preparados ante cualquier tipo de transformación que se les proponga. En este contexto, quiero destacar la eficacia de la neuroplasticidad junto con lo digital, es decir, integrar una función del cerebro con la facilidad que ofrece lo digital.
La neuroplasticidad digital nos invita a una profunda reflexión sobre el protagonismo del cerebro en la era de la exponencialidad. Más que una simple capacidad de adaptación, nos revela el potencial infinito de transformación del ser humano ante los cambios acelerados impuestos por la tecnología. En el entorno organizacional, especialmente para el liderazgo, esta adaptabilidad cerebral es esencial para navegar por las complejidades del mundo digital.
Así, creo que el papel de Recursos Humanos, más que nunca, está relacionado con promover el compromiso entre líderes y/o equipos mediante la creación de espacios físicos o digitales donde puedan explorar nuevas formas de pensar y actuar. Además, es fundamental alinear el desarrollo profesional con la innovación digital sin perder el toque humano, de modo que estemos preparados para enfrentar el futuro.
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Cuando hablamos de neuroplasticidad, ¿cuál es el primer pensamiento que nos viene a la mente?
¿Por qué hablar del cerebro humano en una era de transformación digital?
Sé que muchos de ustedes ya están muy familiarizados con el término “neuroplasticidad”, pero solo para contextualizar: la neuroplasticidad es uno de los principales factores que impulsa la investigación y la innovación constante, ya que es la capacidad del cerebro para adaptarse. Nuestros neuronas, por ejemplo, pueden formar nuevas conexiones.
En resumen, la neuroplasticidad digital se refiere a cómo el cerebro humano se transforma y evoluciona en la era digital, adaptándose a las nuevas demandas y oportunidades creadas por el uso intensivo de las tecnologías digitales.
Por otro lado, el avance tecnológico se vuelve cada vez más relevante dentro de las organizaciones cuando se habla del futuro del trabajo, especialmente para Recursos Humanos (RR. HH.), ahora que la inteligencia artificial se ha vuelto accesible al público mediante herramientas como ChatGPT. Hoy ya tenemos datos que demuestran que las tecnologías se desarrollan de forma exponencial, mientras que la adaptabilidad humana continúa de manera lineal.
Para ser más específicos sobre la diferencia entre exponencialidad y linealidad, significa que mientras recorremos 30 metros lineales, la tecnología es capaz de dar 25 vueltas alrededor del planeta Tierra.
La disparidad entre la velocidad del desarrollo tecnológico y la rapidez con la cual los profesionales lo siguen, requiere herramientas que permitan al mercado laboral estar equipado para acompañar estas transformaciones.
Las estrategias de aprendizaje (upskilling y reskilling), competencias interpersonales sumadas a las intrapersonales (inteligencia emocional) y el pensamiento crítico enfocado en la resolución de problemas son las habilidades esenciales para el profesional del futuro, especialmente para quienes están en liderazgo. ¿Y cómo prepararse?
Al acercarnos a la realidad organizacional, notamos que existen otros factores que obstaculizan o incluso retrasan la velocidad lineal del desarrollo humano en términos de productividad, como las relaciones interpersonales e incluso nuestras emociones.
Para asegurar la linealidad del crecimiento en productividad, colaboración e innovación con un enfoque en resultados, es necesario utilizar una lupa que permita visibilizar la individualidad de cada colaborador y, a partir de ahí, ayudarlo en la construcción de una mentalidad de crecimiento. Esto los orienta hacia una perspectiva científica, donde la curiosidad y la observación son el punto de partida en las experiencias vividas durante las interacciones y actividades desarrolladas.
Es precisamente en este momento donde la neuroplasticidad puede ser de ayuda, ya que esta función cerebral permite que las nuevas neuronas formen conexiones sinápticas entre sí, fomentando nuevos comportamientos estratégicos que realmente ayudarán a las personas en su autodesarrollo. En otras palabras, la neuroplasticidad se refiere a la flexibilidad del cerebro para adaptarse a lo nuevo y construir nuevos hábitos conductuales.
Nuestra mente está acostumbrada a la repetición, por lo que nuestra forma de responder a las diversas situaciones se ha formado en momentos distintos de nuestras vidas y se ha vuelto automática mediante la repetición. Hacemos cosas sin realmente pensar en lo que estamos haciendo cuando automatizamos procesos de respuesta, ya sea en actividades cotidianas o en momentos de interacción ante algo que nos desagrada. Esto ahorra la energía diaria de nuestro cuerpo, considerando que el cerebro, incluso en sus procesos automáticos, consume un 30 % de la energía corporal.
Además, los automatismos aseguran conexiones sinápticas que generan una sensación de seguridad, ya que para un cerebro no entrenado para ver los cambios y novedades como algo que debe ser explorado y descubierto, todo lo que es nuevo puede resultar desventajoso y ponernos en riesgo. El cerebro tiene una predisposición a evitar lo nuevo, haciéndonos creer que todo lo desconocido es difícil y agotador, lo cual nos puede volver resistentes al cambio. Esta resistencia asocia el cambio a una tarea ardua y complicada.
Sin embargo, cuando encontramos un motivo para cambiar y percibimos un beneficio al aceptar una propuesta de cambio, nace una motivación para la transformación. Esa motivación interna es el combustible necesario que nos impulsa a hacer las cosas de una manera diferente.
Así, para “activar” la flexibilidad del cerebro, se necesita tener una razón, una motivación interna que invite a nuestro cerebro consciente a superar los automatismos que nos desaniman frente a nuevas formas de actuar. Y la capacidad de nuestro cerebro para fomentar la neuroplasticidad se fortalece con la práctica de tomar decisiones conscientes. Por ejemplo, dedicar uno o dos momentos al día para practicar un comportamiento deseado, como centrarse en alguna actividad para la cual no hemos tenido tiempo, abordar a alguien o responder de una forma diferente que incluso permita estrechar una relación.
Nuestro cerebro, esa masa de apenas kilo y medio, es tan inteligente que comienza a reforzar este comportamiento mediante una nueva conexión sináptica a partir del momento en que decidimos practicarlo. Así, el automatismo con el que estábamos acostumbrados, como seguir sin dedicar tiempo a una tarea o no preocuparnos por cómo respondemos a las personas de nuestro entorno, deja de existir naturalmente en aquellas actitudes y comportamientos que ya no practicamos, ayudando a nuestro cerebro a volverse más crítico y orientado hacia un pensamiento racional antes de reaccionar automáticamente ante las situaciones.
En la práctica, si necesito hacer cosas de manera diferente, como dar mejores retroalimentaciones y feedforward a mis colaboradores, debo empezar a construir algo conscientemente, reconociendo la necesidad de aplicar un comportamiento nuevo, pensado estratégicamente. Es esencial despertar una motivación interna, percibir los grandes beneficios de los nuevos resultados a partir de nuevas acciones, ya sea por construir una imagen saludable de la persona que quiero ser o para evitar problemas futuros. Seguido de esto, se deben tener acciones diarias de cambio o ajuste de comportamiento.
Por ejemplo, mejorar la agilidad emocional, es decir, la habilidad de integrar pensamientos y sentimientos con el objetivo de optimizar nuestros resultados mediante comportamientos y acciones productivas, minimizando los impactos que las emociones pueden traer en nuestra toma de decisiones en situaciones de mayor complejidad.
Agilidad emocional = inteligencia emocional + construcción de hábitos conductuales favorables
La neuroplasticidad nos dice que tenemos herramientas para enfrentar todos los cambios que el mundo propone. ¿Y cuáles son esos cambios? Los profesionales quieren volverse relevantes haciendo uso de las tecnologías e integrando, mediante construcciones, nuevos hábitos conductuales. Algunas de las habilidades que el mercado laboral exige para la liderazgo son:
- Conectividad
- Tecnología
- Digitalidad
- Mejora de la inteligencia emocional para comprender los procesos internos de la mente y entender al otro
- Pensamiento crítico, alcanzado mediante la gestión de las emociones
Aquí comparto algunos datos proporcionados por Gartner, que considero interesantes para nuestra reflexión, ya que tres de las cinco principales prioridades de Recursos Humanos en 2024 son:
-
Desarrollo de gerentes y líderes
- El 75 % de los líderes se sienten sobrecargados por el aumento de responsabilidades
- El 73 % de la gerencia no está preparada para liderar el cambio
-
Tecnología de Recursos Humanos
- El 56 % de los líderes de Recursos Humanos confirman que sus soluciones y estrategias tecnológicas de RR. HH. no corresponden a sus necesidades actuales y futuras del negocio, como la transformación digital
-
Gestión del cambio
- El 77 % de los líderes de Recursos Humanos confirman que los colaboradores están cansados
- El 82 % de los líderes de Recursos Humanos mencionan que la gerencia no está preparada para liderar el cambio
Con esta información, vemos que tanto el liderazgo como una gran parte de los profesionales necesitan un apoyo individualizado para estar preparados ante cualquier tipo de transformación que se les proponga. En este contexto, quiero destacar la eficacia de la neuroplasticidad junto con lo digital, es decir, integrar una función del cerebro con la facilidad que ofrece lo digital.
La neuroplasticidad digital nos invita a una profunda reflexión sobre el protagonismo del cerebro en la era de la exponencialidad. Más que una simple capacidad de adaptación, nos revela el potencial infinito de transformación del ser humano ante los cambios acelerados impuestos por la tecnología. En el entorno organizacional, especialmente para el liderazgo, esta adaptabilidad cerebral es esencial para navegar por las complejidades del mundo digital.
Así, creo que el papel de Recursos Humanos, más que nunca, está relacionado con promover el compromiso entre líderes y/o equipos mediante la creación de espacios físicos o digitales donde puedan explorar nuevas formas de pensar y actuar. Además, es fundamental alinear el desarrollo profesional con la innovación digital sin perder el toque humano, de modo que estemos preparados para enfrentar el futuro.